PARAÍSO DEL KITE Y EL WINDSURF EXTREMO EN CHILE
Matanzas, viento y mar
Perteneciente a la comuna de Navidad, a 11 km de la localidad con el mismo nombre y a 160 km de Santiago, encontramos este bello pueblito con un frente costero de más de 4 km de fina arena negra, golpeada por insaciables olas y acantilados que lo hacen por un viento casi constante.
Ese viento, junto con el lindo mar pacífico es lo que ha hecho crecer a Matanzas como balneario costero, atrayendo a practicantes de los deportes extremos en el mar, sobretodo windsurfing y kitesurfing. Los practicantes de estos deportes se concentran en el sur de la playa de Matanzas, delante del Hotel Surazo. Unos metros más al sur, la caleta de pescadores frente a un pequeño paseo marítimo, es la antesala de la actividad frenética de varias escuelas de Surf que dan clases en las con varias picás y cafés, destaca la Picá del Yoyo, con una amplia terraza.
Matanzas es, y esperemos que así siga por mucho tiempo, un lugar tranquilo, de campo, con preciosas cabañas de madera poblando los acantilados al norte y al sur de su pequeño núcleo urbano con espectaculares vistas sobre el océano. Es realmente un lugar idílico, donde las verdes praderas de esta región de chile, se topan con acantilados arenosos y finalmente con el océano. El descanso en una de las múltiples cabañas en Matanzas con espectaculares vistas sobre el océano está asegurado.
Los Picunches que habitaban esta zona antes de la llegada de los Incas y los Españoles conocían a este lugar con el nombre de “Mapulame”, que significa lugar de lobos marinos en Mapudungún. Así pués, después de la colonización y al ver que la playa era constantemente visitada por grandes manadas de lobos marinos, el lugar se convirtió en un importante centro de caza y extracción de los bienes de estos animales marinos, su carne, pieles y su grasa, que se utilizaba de aceite en candelas para iluminar. De ahí viene el nombre actual del pueblito de Matanzas, que fue un importante puerto de comercio a partir de la conquista y hasta el año 1906 en que el terremoto de Valparaíso destruyó parcialmente el pueblo y el muelle que se situaba en la zona central de la playa, frente a lo que hoy es el Hotel Mar Blanco.
Estos eventos junto con el avance de la electricidad y por que no decirlo, la sabia decisión de los lobos marinos de no volver más en manadas gigantes a esta playa, empujó el pueblo a la decadencia casi total. Unas cuantas familias, quedaron instaladas en todo momento en este paraíso, viviendo mayoritariamente del campo y de la pesca, hasta que a finales del siglo XX, principios del siglo XIX, jóvenes chilenos descubrieron las bondades de esta playa y se comenzaron a instalar cabañas de veraneo en el pueblo y sus alrededores.